Este libro, escrito e ilustrado por Fran Preston-Gannon, es un cuento muy bonito sobre el valor de apreciar las pequeñas cosas del día a día, con unas ilustraciones muy bonitas y cuidadas que hacen que se lea el cuento con más ganas.
Nico es un personaje muy entrañable, con unos grandes ojos muy expresivos que hacen que el que sea sienta un cariño enorme hacia él.
En el libro, Nico utiliza un lenguaje cavernicola, esto hace que, aunque la edad recomendada sea para niños de entre 5-7 años, se puede utilizar con niños más pequeños. A mi hijo, con 23 meses, le ha encantado! Y es que es una forma original de hablar y de leer que capta toda su atención.
Nico es un cavernicola que vive en una cueva que él tiene personalizada a su gusto. Es una cueva muy cómoda que gusta también a sus amigos. Pero Nico cree que necesita buscar una cueva mejor. Apaga el fuego de su cueva y emprede la búsqueda de su nuevo hogar.
Visita varias cuevas pero no acaba de encontrar una para él. Unas son muy pequeñas, otras no son cómodas, otras son muy ruidosas... En algunas viven animales y en otras viven otros cavernícolas.
Nico se pone triste porque no encuentra una cueva como la que él está buscando. Pero, tras mucho andar ¡la encuentra! Es la cueva perfecta y ¿sabéis por qué? ¡Porque era su cueva!
Un libro precioso que nos hace reflexionar sobre el sentido del hogar y cómo, por más que uno busque y pase tiempo en otros sitios, al final no hay nada como la casa de uno mismo. Este cuento nos enseña a valorar las pequeñas cosas que tenemos a diario y que no siempre valoramos.
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Otras reseñas realizadas (SM):
- ¡No hay nada!
- Retrato de la familia Pinzón
- Los diminutos. En casa.
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